
La tensión acumulada por ansiedad y nervios no solo puede afectar a la musculatura de las cervicales u otros puntos de la espalda causando contracturas y dolor. Asimismo, bloquea las costillas y provoca una sensación de presión que impide una correcta respiración.
El Dr. Sagrera-Ferrándiz, experto en terapias manuales, propuso al portal Saber es Vivir 3 ejercicios que ayudan en estos casos ya que abren las costillas y recuperan su flexibilidad, dejando los pulmones "liberados".
Las personas que sufren estos trastornos suelen caminar con la espalda encorvada, los hombros caídos y la cabeza baja, lo cual "cierra" las costillas y el pecho, dificultando una respiración completa.
1. Amplitud en tu pecho: apoya las palmas de las manos en los extremos de una barra de más o menos un metro (puede servirte el palo de un recogedor o escoba corta). Súbelo por encima de la cabeza abriendo bien tu pecho y vuelve a bajar lentamente. Haz 10 repeticiones. Con el palo elevado por encima de tu cabeza ladea el tronco hacia un lado y el otro de forma suave, sin desplazar las caderas. Siente cómo se movilizan las costillas.
2. Libera las costillas: túmbate boca arriba con las piernas flexionadas y coloca las manos en la V invertida que forman tus costillas. Haz una inhalación profunda y siente como las costillas se abren al hacerlo. Ahora suelta el aire despacio, suavemente y fíjate cómo las costillas vuelven a "juntarse". Haz esta respiración 10 veces.
3. Abre el costado: siéntate en una silla a un palmo de una mesa y apoya en ella el lateral del brazo y la escápula (la zona trasera del hombro). Con las manos en la nuca y los codo hacia adelante lleva la mirada al techo rotando un poco tu tronco y sintiendo como se abre toda la zona pectoral. Respira suavemente en esta posición 5 veces y luego cambia de lado y repite.