
Solemos creer que un baño de agua caliente es beneficioso para nuestro cuerpo, y hay ocasiones donde regulamos la ducha a casi hirviendo pero esto es perjudicial para la tonicidad de la piel y ocasiona la caída del cabello. ¿Cómo acostumbras a tu cuerpo a las duchas frías? Lo ideal es que vayas cambiando la temperatura del agua hasta que toleres el frío.
El agua fría tonifica los músculos pues genera mejor circulación y los tensa para comenzar bien el día. La exposición a esta temperatura atrae beneficios cardiovasculares. Ante el frío nuestra tasa cardíaca aumenta y se contraen los vasos sanguíneos. La sangre viaja a gran velocidad y carga de oxígeno a los órganos principales y a los músculos, así se mejora la circulación hacia estas áreas.
Es habitual que cuando nos damos algún golpe o tenemos algún tipo de inflamación usemos el frío para bajarlo. Esto ocurre porque las células que rodean al área lesionada exigen una menor cantidad de oxígeno con el frío. Este efecto ocurre también con las duchas frías.
Ducharse de forma excesiva con agua caliente ocasiona la pérdida de grasa que protege naturalmente el cabello, lo reseca y también a la piel. Entre tanto el agua fría no genera esta pérdida de la grasa cutánea y además permite la tonificación de la piel al estirarla. Previene la caída del cabello y genera que tenga un mayor brillo.