
La miel siempre fue una de las alternativas más saludables al azúcar refinado.
Se trata de una materia prima proveniente de la naturaleza, utilizado incluso como remedio curativo aunque no hay pruebas científicas que demuestren sus ventajas nutricionales.
Algunos de sus beneficios, como ayudar al malestar estomacal, se ven aplacados por su gran aporte de monosacáridos o azúcares, que llegan a alcanzar el 80% de su composición total. , por lo que recomiendan su consumo moderado.
A pesar de sus contraindicaciones, la miel contiene potasio, calcio, magnesio y fósforo, entre otros minerales; al igual que vitaminas del grupo B y vitamina C. Además, su alta concentración en azúcar contiene poder antiséptico y antimicrobiano que ayuda a cicatrizar y prevenir infecciones en las heridas.
En cuanto a su valor calórico, es más reducido que el del azúcar, pero tampoco tanto: mientras que la miel aporta alrededor de 320 kcal por cada 100 gramos, el azúcar de mesa comparte 400 kcal con nuestro organismo por cada 100 gramos.
Hay que recordar, además, que las mieles industriales por los tratamientos de color que permiten una consistencias más líquida, suelen acabar con la mayoría de antioxidantes, vitaminas y enzimas que podrían aportar algún beneficio en el individuo.
Por lo tanto, los expertos aconsejan escoger antes la miel natural o cruda. ¡No lo olvides!